Las prótesis de cadera de metal, de nuevo en la picota
Sólo 10 días después de que las autoridades británicas recomendasen a los pacientes con un tipo de prótesis de cadera concreto revisiones anuales, la revista médica 'The Lancet' parece darle la puntilla definitiva a estos implantes, que utilizan el metal como material principal.
Las prótesis de cadera denominadas 'metal con metal' -porque utilizan este material en sus dos superficies de rozamiento (una especie de bola articulada que simula la cabeza femoral y la cúpula en la que se inserta)- experimentaron un 'boom' en todo el mundo después de la publicación de varios artículos sobre su resistencia y menor riesgo de dislocación.
Sin embargo, la práctica ha ido desmitificándolas y demostrando que presentan mayor tasa de complicaciones que las prótesis, por ejemplo, de cerámica o plástico en sus distintas combinaciones. En esta ocasión, el mayor registro sobre estos implantes que existe en el mundo ha permitido a un grupo de investigadores británicos tasar en un 6,2% el porcentaje de pacientes que requiere volver a pasar por el quirófano al cabo de cinco años (frente al 1,7% en el caso de metal-plástico y 2,3% para la cerámica-cerámica).
Ashley Blom, de la Universidad de Bristol (en Reino Unido), sugiere incluso que estos dispositivos deberían prohibirse, algo que han desmentido las autoridades británicas en declaraciones a la BBC: "Reconocemos que existe una evidencia creciente sobre su tasa de revisiones, pero esto no apoya por sí solo su retirada del mercado. Tomaremos medidas urgentes si fuese necesario", ha declarado Susanne Ludgate, directora clínica de la Agencia británica del Medicamento y Productos Sanitarios (MHRA, según sus siglas en inglés).
El doctor Joan Nardi Vilardaga, presidente de la comisión de docencia de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología (SECOT), coincide en que esta cuestión no debe provocar alarma social, aunque admite que será el propio 'mercado' el que las vaya sacando de la circulación ahora que se conocen sus riesgos.
En el análisis que se publica, las más perjudicadas fueron las mujeres y aquéllos pacientes a quienes se les implantó una prótesis de mayor tamaño. "Durante un tiempo se pensó que con una cabeza mayor [la pieza que 'imita' al fémur] el riesgo de luxaciones sería menor y la movilidad para el paciente mayor", explica a ELMUNDO.es el doctor Miquel Pons, secretario de la Sociedad Española de Cirugía de la Cadera (SECCA) y adjunto del Hospital Sant Rafael de Barcelona. En cambio, el estudio advierte de que por cada milímetro que aumentaba la prótesis, crecía a su vez un 2% el riesgo de revisión. Las mujeres son también las grandes perjudicadas: las tasas de fracaso son hasta cuatro veces superiores.
El problema de las prótesis de cadera metal-metal radica en pequeñas partículas metálicas que pueden desprenderse del implante y resultar tóxicas en el organismo del paciente. Un modelo concreto, ASR de la marca Johnson&Johnson, ya tuvo que ser retirado del mercado en el año 2010 por los problemas inflamatorios y de dolor que ocasionaba a los pacientes operados. "Esto no quiere decir que todos los modelos metal-metal sean defectuosos, aunque es posible que trabajos como éste que se publica ahora obliguen a revisar estas prótesis dentro de unos años", añade el doctor Pons; aunque aclara que este tipo de cadera artificial esmucho menos habitual en España y otros países europeos que en EEUU, donde representan aproximadamente un tercio de todas las que se implantan.
En España no se ha tomado la medida implantada por el Reino Unido, que aconseja análisis sanguíneos cada año a los portadores de una cadera de metal, aunque el doctor Pons sí sugiere que los pacientes con estas prótesis deberían tener un seguimiento más estrecho, "y debe evitarse crear una innecesaria alarma social con sentencias como las de Ashley Blom". Nuestro país tampoco cuenta con una base de datos de artroplastias como el británico (con más de 400.000 pacientes registrados); "sólo lo hay en Cataluña desde hace años y comienzan ahora embriones en otras comunidades", añade Pons.
Por su parte, Nardi, jefe del servicio de Traumatología del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, tranquiliza a quienes lleven una prótesis de metal. "Una vez que el implante está bien adherido, quitarlo sería terrible, porque tendríamos que 'arrancarlo'"; explica. Por eso, recomienda, como sus colegas británicos, revisiones anuales.
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