miércoles, 25 de abril de 2012


La ira y la hostilidad aumentan un 19 % el riesgo de sufrir una cardiopatía

Experimentar ira y hostilidad eleva un 19 por ciento el riesgo de tener una enfermedad coronaria, en tanto que la depresión aumenta hasta tres veces la posibilidad de fallecer por una muerte cardiaca. Así se señala en una revisión de estudios realizada por investigadores del Duke University Medical Center, de Durham (EE.UU.) y publicada en la Revista Española de Cardiología.

La ira y la hostilidad aumentan un 19 % el riesgo de sufrir una cardiopatía
Dicha investigación revela que emociones negativas como la ira, la ansiedad, la depresión y el estrés son factores desencadenantes de enfermedad cardiovascular en personas que ya tienen otros factores de riesgo como hipertensión, perfil lipídico desfavorable, obesidad, sedentarismo y diabetes o que hayan padecido un infarto agudo de miocardio previamente.

Mecanismos desconocidos

Los mecanismos por los que las emociones negativas empeoran la salud cardiovascular no se conocen bien. En el caso de la ira sí se sabe que tiene un efecto agudo que induce la activación del sistema simpático con liberación de hormonas conocidas como catecolaminas (hormonas de estrés), según Sandra Rosillo, del Hospital de La Paz, de Madrid.


Estas hormonas tienen una repercusión clara sobre el sistema cardiovascular, ya que producen un aumento en la frecuencia cardiaca y de la tensión arterial, así como vasoconstricción o estrechamiento de los vasos arteriales incluidos los coronarios y liberación de factores favorecedores de formación de trombos, lo que da lugar a isquemia miocárdica.


En este contexto de daño cardíaco por excesiva activación del sistema simpático, se ha descrito una enfermedad particular conocida como Cardiopatía por Estrés o Síndrome de Takotsubo. Se trata de la simulación de un infarto agudo de miocardio sin lesiones en las arterias coronarias, que suele ser reversible.


«Como consecuencia de las emociones negativas, los pacientes pueden presentar palpitaciones, dolor u opresión en el pecho, dificultad para respirar, incluso en casos extremos pérdida de conocimiento. Ante esta sintomatología es recomendable, sobre todo si es prolongada o persistente, acudir al médico», advierte Rosillo.

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