Una nueva piel para los grandes quemados
A Pedro Piqué, de 39 años, y a su mujer María Luz Moreno se les ve muy animados y esperanzados pese a las duras circunstancias que atraviesan. El pasado 25 de febrero, durante la celebración del carnaval en Madridejos (Toledo) a Pedro le explotó una botella de oxígeno.
"No sé que pudo pasar, todos los años la utilizo para lanzar papillote durante la celebración que organiza la Asociación de Padres y Alumnos del colegio de mis hijos. Sé que había chicos con petardos. El caso es que estaba metido en la carroza y, de repente, una gran explosión. Me quedé, literalmente, en calzoncillos", relata.
Desde ese día hasta hace apenas tres semanas ha permanecido sedado y con analgesia en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario de Getafe de Madrid, a la que llegó en el helicóptero. Ahora comparte planta con otros pacientes en la Unidad de Cirugía Plástica que forma parte de la Unidad de Grandes Quemados, referente en España y donde se atienden entre 80 y 100 nuevos casos cada año.
El incidente abrasó un 43% de la superficie de su cuerpo, fundamentalmente extremidades, espalda y, un poco, en la cara. Ya ha sido intervenido en tres ocasiones y evoluciona favorablemente: basta con observar el buen estado de los injertos de sus brazos. Mientras los muestra, realiza movimientos de rehabilitación con la mano derecha, afectada también en la explosión.
Un caso especial
Pero su caso tiene unas connotaciones distintas, especiales, a las del resto de grandes quemados. Porque él ha dado su consentimiento paraparticipar en un ensayo clínico que se lleva a cabo con células madre para una mejor recuperación de las áreas tratadas. "Me lo comentaron y decidí aceptar. Puede ser bueno para mí, pero sobre todo permite avanzar en los tratamiento y, de llegar a demostrar su utilidad, algo que se sabrá por los resultados de trabajos como éste, podrá ayudar a todos aquellos afectados que vengan después de mi", asevera.
Miguel Casares, responsable del Banco de Tejidos y Coordinador de Trasplantes del Hospital de Getafe, aclara que en las últimas décadas se han producido grandes avances que han permitido reducir la mortalidad,hasta en un 60%, de los grandes quemados. Por este término, y según José Luis Fernández-Cañamaque, cirujano plástico y uno de los responsables de la Unidad de Quemados, se entiende "a aquellos pacientes con una importante superficie quemada (20%), con heridas profundas o que han sufrido daño pulmonar. Su gravedad y evolución depende también de las patologías que tengan previamente, de la edad, de si la quemadura es eléctrica o por llama, entre otros factores".
Hoy sobreviven más afectados que hace un par de décadas, entre otros motivos "por la creación de Unidades de Grandes Quemados donde se les realiza un tratamiento integral", explica Casares. Pero, también, gracias a los avances producidos en el tratamiento de las quemaduras. "Con los injertos de piel de cadáver temporales conseguimos la cicatrización de la herida producida por la quemadura, una técnica vital para la supervivencia y posterior rehabilitación de los grandes quemados. Pero la cicatriz genera, también, problemas de retracciones, pérdida de movilidad o alteraciones estéticas y por eso hay que conseguir regenerar los tejidos y la piel perdida más que sustituirlos por una cicatriz", insiste.
Primer proyecto
Con este reto, este experto y su grupo tienen varios proyectos de investigación en marcha que parecen prometedores, aunque habrá que esperar a los resultados que aporten los ensayos. Uno de ellos, en el que participa Pedro Piqué, acaba de iniciarse de la mano del doctor Casares y de Fernández-Cañamaque. "Se trata de un estudio doble ciego y hay que relizar una valoración a largo plazo, ya estamos viendo resultados esperanzadores que podrían suponer una revolución en el tratamiento de estos pacientes".
A los enfermos como a Paco se les debe atender de forma rápida y coordinada. "Tras analizar su situación global se elabora un plan terapéutico. La pérdida de agua, y la subsiguiente deshidratación, es una de las primeras consecuencias de las quemaduras, junto con la bajada drástica de la temperatura corporal. A ambas hay que hacerles frente desde el primer momento del ingreso. Posteriormente se inicia la práctica de escarotomías (tratamiento quirúrgico de las lesiones) y la adminstración de antibióticos bien de aplicación tópica o por vía oral, cuando se juzgue necesario", recuerda el doctor Fernández-Cañamaque.
El paso siguiente, y a poder ser dentro de las primeras 48-72 horasposteriores al incidente para evitar que el tejido muerto cause infecciones, los cirujanos empiezan "a desbridar y cubrir la superficie afectada con injertos, ya sean del propio paciente, de piel cultivada o procedente de cadáver", agrega el experto.
En el caso de Pedro se realizó una intervención previa, debido a su participación en el ensayo. "Le practicamos una liposucción en la zona abdominal al fin de extraer 100 centímetros cúbicos de grasa. De la misma es de donde hemos obtenido las células madre mesenquimales para tratar las heridas de los afectados en este estudio", insiste.
Posteriormente, "seleccionamos dos zonas de la quemadura y aplicamos a una de ellas las células madres obtenidas de grasa y, en la otra, un suero salino (placebo), con el fin de comparar la evolución de ambas zonas en el mismo paciente y establecer si realmente las células madre contribuyen a la mejor recuperación de la zona afectada", agrega.
Una vez aplicada esta técnica, "seguimos con el tratamiento habitual que consiste en cubrir las quemaduras con el injerto autólogo (una fina lámina de piel sana del propio paciente que previamente ha pasado por una malladora lo que hace que su tamaño aumente hasta 10 veces, con el fin de no producir heridas grandes al paciente)".
Los expertos suelen hacer frente a las quemaduras con varias técnicas: el autoinjerto mallado, cultivos de la propia piel de paciente, productos sintéticos e injertos de piel de cadáver.
"Solemos recurrir al autoinjerto mallado, pero en caso de que no exista piel suficiente utilizaremos los cultivos de piel. Ambos (autoinjerto y cultivo) tendrán que cubrirse durante unos días con piel procedente de cadáver para asegurar el autoinjerto, aunque ésta última finalmente se retira porque suele rechazarse al cabo de dos o tres semanas".
Para obtener cultivos de piel "se realiza una biopsia al afectado y se envía al Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Asturias, ahora ubicado en León. Se trata, de momento, del único centro nacional dedicado al desarrollo de piel humana a partir de cultivos celulares, donde cada año se genera entre 500.000 y 600.000 centímetros cuadrados", aclara el dioreexperto de la Unidad de Grandes Quemados.
Con la biopsia se extraen dos tipos de células: los queratinocitos, que producen la parta más superficial de la piel (epidermis), y los fibroblastos que regenan la capa inferior (dermis). Tras su cultivo, en 21 días, se obtiente piel artificial con dos capas: dermis y epidermis".
Una mejor piel
Pero esta piel, pese a suponer un gran avances, no es ni mucho menos la solución definitiva. "Se trata de una piel bilaminal, muy frágil, que sólo tiene dos tipos de células y carece de otros tipos fundamentales que existen en la piel sana, así como estructuras fundamentales como glándulas sebáceas, sudoríporas, vasos, folículos pilosos...", comenta el doctor Casares.
Tal vez por ello resulta esperanzador saber que este experto y su equipo "han logrado crear en el laboratorio una nueva piel bilaminal, multicelular y que contiene estructuras vasculares. Ahora tenemos que empezar los ensayos con ratones y si los resultados son los que buscamos daremos el salto a los estudios con humanos", reconoce Miguel Casares.
A este experto y a su equipo aún les queda tiempo para trabajar en lapuesta en marcha de otro estudio "con células madre pero también con factores estimulantes de la angiogénesis y del crecimiento celular. Creemos que puede dar buenos resultados pero habrá que esperar a las conclusiones del trabajo", apostilla Casares.
Mientras sus estudios avanzan, Pedro Piqué tendrá que seguir con la rehabilitación durante un tiempo prolongado. "El proceso es largo y duro, de ahí que los pacientes cuenten con apoyo psicológico si lo desean. Son muchas intervenciones, muchas curas y muchos días de rehabilitación. La mayoría suele tener que seguir el tratamiento durante uno o dos años", recalca Fernández-Cañamaque.
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